jueves, 11 de noviembre de 2010

Nexo 1

Caminando por las sombras, las calles están vacías, y suspirás sabiendo que el sol no te va a dar tregua. No ha decidido plantarse como tu enemigo pero su indiferencia sofocante es peor que mil adversarios. Seguís un rumbo fijo pero incierto desde hace varias horas. Tal vez fueron minutos, pero la inédita soledad de la ciudad esitraron el tiempo, haciéndote perder totalmente el hilo de los sucesos.
En tu cabeza solo hay espacio para pensamientos, o bagajes de ideas que ni siquiera llegan a ese estatus. Lo cierto es que vienen librando, desde hace dias (o años) una batalla sin cuartel, en la que ningún pensamiento definido logra imponerse por sobre los demás, instalando su hegemonía indiscutible. El caos y la anarquía se expresa de manera cínica dentro del cubículo que forma la tapa de tus sesos. Llevando todas tus energías al límite lográs desenvolver, tímidamente, uno de esos "pensamientos": Soledad.
Es allí cuando te das cuenta que ya no estas solo. Una figura comienza a acercarse hacia vos. Vos tratás de ignorarla pero ella parece decidida a encararte. Se acerca. Tratás de mirar en tus bolsillos algo para distraterte, para esquivar su, seguramente, increpante mirada. Ante la desesperación de saber que el indeseable encuentro se va a producir, casi que temblás, y te rendís dispuesto a que cualquier fuerza disponga de vos... Instantáneamente, la figura te choca, impidiendo que continues el proceso paranoico que había iniciado en vos. Descubrís que es un hombre, algo mayor que vos. Y, sin darte tiempo a que abras la boca (cosa que tampoco querías hacer) te dice, casi violentamente:
- ¿Vas para allá? No te molestes. Traté de hacer algo, pero no pude. Es imposible.
Mientras habla te muestra sus manos, mojadas, crees que de sudor. Su rostro está pálido y sucio. Sus ojos, duros como rocas. Pero mojados, aunque notás que no se vislumbra ni una sola lágrima. Su cara te parece extrañamente familiar. Pero es obvio que no lo conoces, tenés buena memoria para los rostros.
-...
Eso es lo que sale de tu boca. Musitaste un suspiro confundido con palabras que no conocés, o que no existen. Intentás reivindicarte pero antes de que ordenes tus pensamientos y las formas protocolares de tratar con otro humano, éste desaparece, se aleja, atrás tuyo, a varios metros, como si hubieran perdido contacto desde hace varios segundos, en los que, evidentemente, el tiempo dejó de existir.
Casi no meditás en sus palabras. El hombre, aterrorizado, te estaba previniendo de algún fatal desenlace, al cual al parecer tus pasos te guían, pero tu conciencia no logra detarminar ni su rumbo ni su porqué.
Inexplicablemente, apurás la marcha...


Continuaría...

domingo, 7 de noviembre de 2010

Anexo 3

Pueden llamarlo loco por mil mañas, pero olvidan la más peligrosa: este loco, tiene la horrible manía de no olvidar...

***
¡Oye tú, enciende la luz!... Esta sombra quiere sentirse a gusto, otra vez. Pero, tú, no te sientas incómodo, esta sombra, que espía sin ojos, que siempre esta sobrando, es incapaz de ver. Pero huele tu miedo. Y siente nausesas. Y se exita.

***
Oigamos, dice el sensato.
Hablemos, dice el necio.
Tropecemos, dicen los hombres.
¡Volvamos a hacerlo!, dice quien vive...

Y somos pocos...

***

Hijo, nunca te arrepientas de nada... ¡A menos que no tengas de que arrepentirte!
Regla de oro para el buen artista.