Proesía (Otro paso más lejos de la proeza)

Estoy sentado. Enfrente, el blanco resplandor.
Ya no se si es día o noche. Si allí afuera danzan los espectros.
O si el vapor optó por consumirlo todo.
Sé que en alguna parte, me estás mirando. Juzgando.
Este charco bajo mis pies, ¿Lágrimas, sudor, humedad?
Inmovilizado, por propia decisión.
Peligrosamente tieso.
Pero, ¡ojo!, una cadena, casi invisible, ata uno de mis pies:
suspiro aliviado.
Un cuchillo... Si, te voy a acuchillar.
No se en que parte, no se cómo se hace, pero te voy a acuchillar...
O tal vez, sólo te lleve al parque a pasear.

No se cual sera la moda de hoy. ¿Estrellarse las narices contra un parabrisas?
¿Volarse la tapa de los sesos con un mazo de carpintero?
Ni me molesto en averiguarlo,
mejor seguir aquí atado.
Quien sabe que espectros me esperen allí afuera...
Te odio: sólo porque estás cerca,
y tus brazos parecen sujetarme si caigo,
es tan curel no dejarme sentir la caída,
vértigo, vacío y el golpe final.
No soy tan joven, por eso esta crisis:
Mi alma nació hace quinientos años. Y mi cerebro nuevo no la soporta;
frío y calor,
por eso llueve aquí dentro.

Siento el suave aliento atras de mi,
¿Serás vos? ¿Tal vez el diablo?,
si volteara hacia allí lo sabría,
pero supondría un mayor esfuerzo,
del que merece este día.
Esta vida.

Mi cabeza pesa demasiado,
Miro a mis zapatillas
y me pregunto si dedicarles una religión
no es demasiado, ya.
Pero ¿quien soy yo, para dar respuestas?:

Sólo dame un punto de apoyo,
y te ayuaré a hundirte conmigo.