Juanito, el hincha de Central, había ido a ver a su equipo a la cancha. Habia sido una noche agradable para Juanito, su equipo habia ganado. Lamentablemente, Juanito debió retirarse temprano de las inmediaciones del estadio porque debía trabajar. Por ello, 10 minutos antes de que finalice el encuentro, nuestro amiguillo se dispone a bajar. Pero, ¡Oh, no tan rápido compañero!, ¡las puertas están cerradas!
¿Por qué y por quién las puertas estaban cerradas? A las puertas las cierra la policía para que no haya disturbios entre los canibalescos, sicarios y salvajes hinchas argentinos. Decisión correcta la de las autoridades, ¡todo sea por el orden y la seguridad!
Juanito, conoce bien las reglas, pero está impaciente. Es que debe estar en el trabajo en unos minutos, y no puede faltar. Naturalmente, nuestro amiguillo piensa: "Hablaré con los policías, ellos también son humanos y trabajadores y si me escuchan, comprenderán mi situación y así abrirán las puertas para que yo pueda cumplir mis obligaciones laborales. Después de todo, no soy ningún violento y mi intención es ir a trabajar sin matar a ningún hincha visitante en el tramo"
Juanito va hacia los policías, éstos se encuentran uno al lado del otro, completamente armados y escudados. Se acerca, azarosamente a uno de ellos. Se le dificulta ver los ojos del policía, dada su estatura menor y el casco que le cubre toda la faz. Por ello decide inclinarse un poco y, finalmente, le dice: "Señor, debo estar en mi trabajo en unos minutos, ¿sería tan amable de abrirme la puerta?"
Silencio como respuesta. Juanito teme que, con el barullo de las tribunas, el hombre de azul no lo haya escuchado, por lo que, elevando los decibeles de su voz, repite la pregunta. Nuevamente, silencio como respuesta. Mientras espera que alguna palabra salga de la boca de lo que debería ser su interlocutor, nuestro amiguillo piensa que fue en vano inclinarse para ver los ojos del policía, ya que éste, evitaba mirarlo. Al no encontrar respuestas, Juanito piensa que este se trata en realidad de un policía tímido, por lo que decide recurrir a otro. Éste, aparentaba ser más desenvuelto, pues le hablaba a los demás policías mientras estos asentían. Además este no tenía casco protector, sólo una gorra. Sin embargo, ello no facilitó el contacto visual, ya que sus ojos estaban protegidos por unas oscuras gafas, seguramente para evitar la claridad de la noche. Este segundo policía, alto y de rasgos fuertes, mascaba robóticamente un chicle. Una vez cerca de él Juanito repite la pregunta una vez más:
- Señor, ¿me puede abrir la puerta? Es que debo estar en el trabajo en unos minutos.
- No puedo abrirle la puerta a nadie hasta que no se vayan los hinchas visitantes.
- Conozco las reglas, es para evitar que la hinchada local, inmensamente superior en número a la visitante, se dirija hacia ésta para asesinarla. Y me parece loable, señor policía, el asesinato no es bueno. Pero yo necesito ir a trabajar, le prometo que no asesinaré a nadie, que, por lo demás, es una práctica que no me apetece.
- No puedo abrirle la puerta a nadie hasta que no se vayan los hinchas visitantes.
Juanito pierde la paciencia, el diálogo parece alargarse y el tiempo pasa, cada vez falta menos para que deba estar en su trabajo. Sin embargo, no pierde los estribos e, intentando razonar con el hombre dice:
- Señor, le prometí que no voy a matar a nadie. Acaso usted cree que yo sería capaz.
- No.
- Bien, entonces, ¿por qué no me abre la puerta?
- Solamente cumplo órdenes.
- Pues sabe, yo también cumplo órdenes en el trabajo y en este momento, una de ellas es que me presente al mismo.
La respuesta del policía siguió siendo la misma. Se negó a abrirle la puerta a Juanito, quien llegó tarde a su trabajo y fue advertido en el mismo. Ustedes, mis queridos lectores, podrán decir: "Si tenía que ir a trabajar, por qué fue a la cancha?". Pues bien, déjenme decirles que ésta es una pregunta que también formuló el policía de de las gafas oscuras. Pero que no se juzgue a nuestro amiguillo prontamente: éste creía en vigencia una ley que permite el libre tránsito de las personas, y quiso ejercerla.
Como ya sabemos, esto fue impedido. Juanito pensó: "Algunas leyes a veces no funcionan".
Trivia:
¿Por qué Juanito no pudo cruzar la puerta, si tanto él como el policía cumplian órdenes?
a) Porque era un policía malo.
b) Porque el policía no sabía abrir la puerta.
c) Porque uno de los que cumplían órdenes estaba armado.
Los dejo pensando amiguitos, en el próximo número la respuesta!
¿Por qué y por quién las puertas estaban cerradas? A las puertas las cierra la policía para que no haya disturbios entre los canibalescos, sicarios y salvajes hinchas argentinos. Decisión correcta la de las autoridades, ¡todo sea por el orden y la seguridad!
Juanito, conoce bien las reglas, pero está impaciente. Es que debe estar en el trabajo en unos minutos, y no puede faltar. Naturalmente, nuestro amiguillo piensa: "Hablaré con los policías, ellos también son humanos y trabajadores y si me escuchan, comprenderán mi situación y así abrirán las puertas para que yo pueda cumplir mis obligaciones laborales. Después de todo, no soy ningún violento y mi intención es ir a trabajar sin matar a ningún hincha visitante en el tramo"
Juanito va hacia los policías, éstos se encuentran uno al lado del otro, completamente armados y escudados. Se acerca, azarosamente a uno de ellos. Se le dificulta ver los ojos del policía, dada su estatura menor y el casco que le cubre toda la faz. Por ello decide inclinarse un poco y, finalmente, le dice: "Señor, debo estar en mi trabajo en unos minutos, ¿sería tan amable de abrirme la puerta?"
Silencio como respuesta. Juanito teme que, con el barullo de las tribunas, el hombre de azul no lo haya escuchado, por lo que, elevando los decibeles de su voz, repite la pregunta. Nuevamente, silencio como respuesta. Mientras espera que alguna palabra salga de la boca de lo que debería ser su interlocutor, nuestro amiguillo piensa que fue en vano inclinarse para ver los ojos del policía, ya que éste, evitaba mirarlo. Al no encontrar respuestas, Juanito piensa que este se trata en realidad de un policía tímido, por lo que decide recurrir a otro. Éste, aparentaba ser más desenvuelto, pues le hablaba a los demás policías mientras estos asentían. Además este no tenía casco protector, sólo una gorra. Sin embargo, ello no facilitó el contacto visual, ya que sus ojos estaban protegidos por unas oscuras gafas, seguramente para evitar la claridad de la noche. Este segundo policía, alto y de rasgos fuertes, mascaba robóticamente un chicle. Una vez cerca de él Juanito repite la pregunta una vez más:
- Señor, ¿me puede abrir la puerta? Es que debo estar en el trabajo en unos minutos.
- No puedo abrirle la puerta a nadie hasta que no se vayan los hinchas visitantes.
- Conozco las reglas, es para evitar que la hinchada local, inmensamente superior en número a la visitante, se dirija hacia ésta para asesinarla. Y me parece loable, señor policía, el asesinato no es bueno. Pero yo necesito ir a trabajar, le prometo que no asesinaré a nadie, que, por lo demás, es una práctica que no me apetece.
- No puedo abrirle la puerta a nadie hasta que no se vayan los hinchas visitantes.
Juanito pierde la paciencia, el diálogo parece alargarse y el tiempo pasa, cada vez falta menos para que deba estar en su trabajo. Sin embargo, no pierde los estribos e, intentando razonar con el hombre dice:
- Señor, le prometí que no voy a matar a nadie. Acaso usted cree que yo sería capaz.
- No.
- Bien, entonces, ¿por qué no me abre la puerta?
- Solamente cumplo órdenes.
- Pues sabe, yo también cumplo órdenes en el trabajo y en este momento, una de ellas es que me presente al mismo.
La respuesta del policía siguió siendo la misma. Se negó a abrirle la puerta a Juanito, quien llegó tarde a su trabajo y fue advertido en el mismo. Ustedes, mis queridos lectores, podrán decir: "Si tenía que ir a trabajar, por qué fue a la cancha?". Pues bien, déjenme decirles que ésta es una pregunta que también formuló el policía de de las gafas oscuras. Pero que no se juzgue a nuestro amiguillo prontamente: éste creía en vigencia una ley que permite el libre tránsito de las personas, y quiso ejercerla.
Como ya sabemos, esto fue impedido. Juanito pensó: "Algunas leyes a veces no funcionan".
Trivia:
¿Por qué Juanito no pudo cruzar la puerta, si tanto él como el policía cumplian órdenes?
a) Porque era un policía malo.
b) Porque el policía no sabía abrir la puerta.
c) Porque uno de los que cumplían órdenes estaba armado.
Los dejo pensando amiguitos, en el próximo número la respuesta!
3 comentarios:
Sabe pasar.
Eso sì : Juanito concurrìa a la cancha por primera vez?
Porque eso deberìa haberlo sabido.
Digo yo.
Un abrazo.
d) Eat shit, that's why. Dickhead*
Tenés que postear más seguido.
*http://youtu.be/u4FVg__tAYM
O sea, juanito tendría que haber salido antes (antes de que se ponga la policia en la puerta) pero TENES QUE PODER sacar los ojos del partido. Muy bueno el texto. La policía y la cancha dan mucho para escribir.
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