lunes, 11 de enero de 2010

¿Cómo no hacerlo?

Apenas el rubicundo Apolo desaparece en horizonte, destiñendo las tierras que se acongojan por su abandono, dejando inerme el pastizal, frío como la armadura de un caballero medieval, aparecen dos pensamientos compitiendo en mi mente, como el agua y el aceite. Y en verdad os digo que el agua y el aceite han estado juntos por aquí. Así doy voces a los vientos que…


…Bueno basta. ¿A quién quiero engañar? No soy escritor. Lo único que escribo son informes en la empresa de cartuchos de impresora en que trabajo. Pero no necesito ser escritor para darme cuenta que tanta pomposidad quedaba horrible. Tampoco necesito ser escritor para contarles lo que me pasa. Sólo quiero comunicarme con un número indiferente de personas, de la mejor manera posible, y en un principio pensaba que adornando mis palabras quedaría bello, pero me doy cuenta que no… Así que de ahora en más voy a ser directo y sincero, y sabrán perdonar mi forma de escribir, porque repito, no soy escritor, pero me es necesario desprenderme de lo que me tortura a diario. Espero que lean, entiendan, y me den su opinión, tal vez les pasó algo similar, tal vez puedan ayudarme, o compartir penas… Voy a empezar por donde creo que es el principio:


Estoy casado hace diez años con Daniela. La verdad que somos felices, creo. Al fin y al cabo, ¿qué es la felicidad? Bueno, eso no importa, la cosa es que estoy casado y tengo un hijo. Martín, un niño hermoso de seis años. Y así, voy de lleno a mi… problema, se podría decir. Martín es un buen pibe (¿cómo no serlo, con seis años?). Pero es un maldito malcriado. Sí, es caprichoso, y si no tiene lo que quiere, sus llantos pueden volverse el peor de los castigos. Muchas veces traté de ponerme firme a sus quejas, llantos y pedidos desesperados, pero al final me termina ganando, quien haya estado presente, entendería porque termino cediendo, quien haya oído sus gritos, ya no temería ir al infierno, porque ya estaría en él. Pero… no es sólo por los gritos, llantos, pataleos, cabezazos, escupitajos, saltos, berrinches y etcéteras que hace cuando no le doy lo que quiere… no, no es sólo eso. Es lo que me pasa a mi por dentro… sumado a sus demandas, son como dos caras de una misma moneda, pero mi procesión interna es dolorosa, es obvia, es inevitable porque… bueno, ya habrá tiempo para eso. Primero les voy a contar algunos ejemplos de cómo se comporta Martincito.


El pibe comenzó a ser caprichoso desde que tengo memoria, desde chiquito venían sus tías, mi suegra, mi viejo… Todos lo mimaban, porque era el primer nieto, sobrino, ahijado, no sé, era el primero en todas esas cosas en la familia. Entonces mi suegra no lo dejaba que llore que ya lo estaba alzando, mi viejo todas las semanas le traía un juguete nuevo, de esos carísimos, mis cuñadas también, lo llevaban a todos los espectáculos: Barney por acá, Hi 5 por allá, Pocoyó, Los Estrambóticos Voladores y que se yo cuanta porquería anda dando vuelta para estupidizar a estos pendejos, el iba, el lo tenía. Yo no decía nada, porque era normal, ¿qué bebé de dos añitos no es un malcriado por sus abuelos y tías? Así que me callaba y trataba de disfrutarlo.


Sin embargo, la cosa fue empeorando. La familia se dio cuenta de cómo pintaba el asunto, y fueron, de a poco, quitándole tanto mimo de encima. Yo me alegré porque pensaba que el pibe iba a aflojar y dejar de malcriarse. Pero me equivoqué. Martincito empeoraba día a día. Si no le compraba el perro que habla que sale en Discovery Kids, o el camión de Bob el constructor, se ponía a llorar y gritar como un desquiciado. Tiraba todo, destruía todo, hasta sus miles de juguetes anteriores, los hacía bosta… “Pero ¿Qué hacés Martín? Estás rompiendo el coso ese que te compré la semana pasada, me volviste loco por ese muñeco, y lo estás rompiendo, ¿por qué?”, le preguntaba yo, desesperado, pero tratando de razonar con el infante. Y la respuesta era clara, obvia: Ese muñeco por el que tanto lloró, lo quería la semana pasada, ahora quería otro, y todos los centenares de juguetes que tenía en su habitación, no servían, eran bazofia, porque, el que él quería, no lo tenía. Y así, semana tras semana, todo el tiempo comprándole cosas nuevas. Cosas que con mi miserable sueldo de empleado de comercio, se me hacían a veces inaccesibles. Sobre todo a partir del momento en que sus hermosas tías, mi amada suegra y el dulce de mi viejo, decidieron dejar de comprarle cosas, porque directamente, ya no lo venían a ver. Son unos forros, pero los comprendo: 15 minutos sometidos a los gritos y berrinches de Martín son insoportables. Si yo tocaba el timbre para que lo cuidaran un rato, o, tan sólo para ir a visitarlos, se hacían los pelotudos y no atendían. Así que con mi mujer tuvimos que afrontar solos el castigo de cuidar de Tincho. Mi alma sufría, y mi bolsillo más aún ¿alguien vio lo caro que salen las porquerías esas que quieren los pendejos éstos? Pero yo se lo compraba, porque, bueno, ustedes sabrán, eso que siento, no podía no ceder, haciendo lo que le hacía.


Pero antes de que mi familia construyera un muro entre ellos y Martín, pasé por todos los eternos sermones de esa gente que siempre sabe qué hacer: “Vos no tenés que ceder tanto”, o “Ponete firme: NO es NO!”, también la de “Un buen chirlo de vez en cuando está bien”. Pero yo nunca, jamás le puse una mano encima ni se la pondría a Martincito, podrá ser un demonio, pero... el pibe tiene, muy internamente, sus razones… y yo las mías… haciendo lo que hago, ¿encima pegarle? No señor, sería un enfermo. Más de lo que soy, más de lo que todos lo somos. Sí, ¡todos!


Un día, hará un año, después de que le compre kilos y kilos de juguetes, pasando por muñecos, peluches, relojes, sombreros, cantimploras, armas de todo tipo y calibre, kits de mago… No les miento si les digo que le compré un set de cocina de Barbie… el pibe vio como veinte propagandas de Barbie cocinando, y, entiéndanlo, obviamente lo iba a querer. Bueno, la cosa es que un día se me cagó la puta antena de la tele y después del canal 15 no se veía nada. Me desesperé: Los canales de dibujitos están por el 20 y era lo único que mantenía distraído a Martincito (obviamente también eran los que le llenaban la cabeza de bosta plástica consumible, pero era un círculo vicioso con el que no podía competir). Así que le puse algún canal de aire, que daban Los Simpsons, o algo por el estilo, y masomenos se quedó tranquilo. Al rato aparece en la cocina pidiéndome que le compre un pelador de papas.


- ¿Un qué?

- Roteito, el pelador de papas.

- ¡¿Pelador de papas?!

- Si, el de la tele, quiero el pelador de papas, QUIERO EL PELADOR DE PAPAS…


Y así estuvo dos horas, dos interminables horas en las que todavía no entiendo cómo no lo asesiné. Después de pelear con él, con mi conciencia, contra el mundo, tratando de permanecer en mi lugar de padre y decirle: ¡NO!… Después de todo eso, perdí. Llame al quien mierda sea que vende eso, sólo por teléfono, y lo encargué. Al otro día me llegó y nos pusimos a pelar miles de papas, manzanas, naranjas y derivados con Martincito. Como es lógico, terminamos tirando kilos y kilos de producción pelada a la basura. Al otro día se había olvidado del Rotato.


Una peor fue hace unos meses. En uno de esos momentos que nos agarra a los padres, de amor y nostalgia, le conté a Martincito de los dibujitos que veía cuando yo era chico. Le conté que era fanático de los Picapiedras, los Supersónicos y Tom y Jerry. De todos estos le llamo mucho la atención los Supersónicos y me pidió que se lo ponga en la tele. Después de infructuosos intentos para hacerle entender que esos dibujitos no los daban más, terminé bajándole unos capítulos de internet y se los puse, y los vimos juntos. Fue un momento en que me llenó de alegría, porque él estaba exitadísimo con los Supersónicos, algo que me gustaba a mí, desde hacía tantos años, que él los disfrute… fue como un vínculo, fue hermoso. Pero el cielo se fue incendiando de a poco, y comenzó la tortura: Ahora quería el juguetito de los Supersónicos. ¿Pero dónde mierda iba a conseguir un juguete del año del pedo? Trate de explicarle, pero Martín obviamente no entró en razón. Y esta vez no fue la tele, yo fui mi propio ogro, yo hice la propaganda de los Supersónicos, por ende, YO le TENÍA que conseguir el juguete. Recorrí ferias y no conseguí nada. Cansado, me puse a hacerlo yo. Sí, me puse a hacer un puto muñeco de los Supersónicos. Con madera, con alambres, con acrílicos, con todo lo que pude. Y quedó un muñeco hermoso. Realmente me sorprendí de mi mismo. Lo llamé a Tincho y se lo di como el tesoro más valioso de todos, producto de mis manos. Y le encantó. Admito que me tiene hinchado las pelotas el pendejo, pero me meaba encima al verlo tan feliz por algo que le hice yo. Al otro día le pregunté: “¿Y qué tal el muñeco?”… para darme cuenta de que lo hizo moco. No le duró ni un día y lo hizo mierda. Y ya no le interesaba ni el supersónico ni nada.


Y ahí me calenté. “Ladrillos hay que comprarte a vos”, le dije, “¡Eso te va a durar, vas a ver!”. Y nada, el pendejo como si nada. Como si ya supiera lo que me pasa, muy adentro mío. El sabe qué cargo con la cruz. Y se reía de mi intento de tener algo de autoridad paterna. Con la cosa del muñeco casero empezó mi mujer a taladrarme el cerebro: “Vos sos el que lo malcría, si es por mí no le compro nada, vos sos el que no puede mantenerse, no tenés autoridad, te das cuenta que pensás que le haces bien pero en realidad lo estás haciendo mierda, bla, bla, bla”. Y eso me indignó. Porque hasta ahora me comía el discurso de todos, pero el de ella no. ¡Claro!, cuando compré el pelador de papas automático ese de mierda, la tipa no dijo nada, porque se hizo la pelotuda, pero lo quería. ¡Y ahora me viene a decir que lo malcrío! Ella. Justamente ella, que es cómplice, no se da cuenta, pero tiene tan poco derecho como yo a criar al pibe, a decirle que hacer, a retarlo, a ponerle límites… Pero no le dije nada, no pude desnudar la verdad.


Así que una vez más, y creo que por última vez, traté de ser un padre bien, autoridad, si, un padre con autoridad. Costó, mucho costó, pero estuve una semana sin comprarle nada, toda una larga semana de gritos, berrinches pataleos. Para tratar de demostrarle a él, a mi mujer, al mundo, ¡a mí mismo! Que tengo razón y que tengo que, y puedo, ser un buen padre…


Pero no pude. A la semana le compre todos los juguetes que me pidió, lo llevé a todos los lugares donde había algún espectáculo de mierda para pendejos malcriados… Cedí terreno, perdí por afano, sí. Pero… ¿cómo no hacerlo? Como no dejarme perder, darle todo lo que puedo y lo que no puedo, renunciar a comprarme un par de zapatos para que él se compre que se yo que mierda. Todo, todos los caprichos para él. Para tratar de olvidarme un segundo de lo que soy, de lo que siento, DE LO QUE LE HAGO. Casi a diario. Soy un monstruo. Voy a decir lo que nunca le pude decir a nadie, voy a aprovechar el medio, y hablar con ustedes, y confesarle mi verdad, para que mi corazón se alivie aunque sea un poco. Tengo que largarlo…


¿Saben, todos ustedes señores, por qué le doy todo, le construyo un mundo plástico de satisfacción material, de espectáculos de leche y miel? ¿Saben por qué?... Oh, sí, seguro que lo saben, pero no quieren, no pueden verlo… ¿Por qué lo malcrío tanto, porque le doy TODO? Es obvio:


PORQUE ME COJO A LA MADRE.


Si. Me cojo a la madre. ¡Casi todos los días, eh! La llevo a la cama, la desnudo, a veces le hago el amor, y otras veces la cojo lujuriosamente, con todas las letras. Grita, gime, tiembla, goza. Le hago esas y otras miles de cosas más, a ¡la madre de mi hijo! Es enfermizo. ¿Ven porque hago lo que hago con Martincito? Porque soy un monstruo, un ogro horrible que entra a diario en el cuerpo de su madre. Y por eso siento culpa, y por eso me siento espantosamente mal, sucio, repugnante, horrible.


Y todos ustedes, padres, deberían sentir lo mismo. Me repugnan. Me repugno.


24 comentarios:

. dijo...

Ese martincho... seguro el resultado de un forro malhadado o una equivocación en las fechas. Muy buen texto, me reí mucho.

Matías dijo...

Siempre voy tratando de adivinar de qué se tratan y cómo van a seguir los textos que estoy leyendo... Debo decir que me sorprendió mucho.

So' groso voo'.

(Aguante el "roteito"!)

Pd: ¿vieron el documental "The Corporation"? (seguro hay un montón de libros que lo explican, pero obviamente no los leí). Muestran que el objetivo de la publicidad para chicos es que los pendejos fastidien todo el tiempo a sus padres con berrinches. Al final, la mayoría de los padres ceden.

Odios Normales dijo...

Muy gracioso! :D

Herr Professor dijo...

si hay algo subjetivo en ese texto*, es lo del roteito, me levantaba a las 10 de la mañana cuando no habia clases y me ponia a ver el canal de tv compras y AMABA el rotato, loq ueria para mi...

obviamente, conociendo la situación familiar, jamás me arriegsue a pedirlo.

* No toquemos el tema Edipo. (Tengo la sensació de que cuando mi novia lea esto, me va a dejar...
Juli: es arte negra, imaginación!) (?)

Barbi Corazón dijo...

Como dijo purasuerte no me esperaba el final ni ahiiiiiiiiiiiiii!
lo lei con blonda y las dos nos quedamos con esta cara: =|
jajajaja
muy bueno, nos reimos muchos... es un texto digno del notin, aunque el final que tanto me sorprendio tambien me parecio algo grotesco.
te perdiste alta fiesta hoy herr...
te vere en la semana hee...

Herr Professor dijo...

grotesco = malo?

para mi es bueno en ocasiones.

Gala DK dijo...

lo mismo que Bar, dio un giro inesperado el cuento. Ni ahí que nos lo esperabamos!

Pero nos reímos mucho leyendolo.

seguro que no tenes un hijo por ahí?
parecería que sí

CUIDADO JULIAAAAA

Ray dijo...

Vos querés esconderlo, pero tu complejo de Edipo salta al máximooo!! Sí, es verdad, final inesperado, sí me hizo reír. Pensé que ibas a decir que le construías ese mundo de plástico cuasi perfecto para que no vea la ¨verdadera realidad¨ e ibas a saltar con algo de Redradro, el peronismo o yo que sé. Pero veo que el complejo de Edipo hace de las suyas. Y por ahora va funcionando bien ¿no les parece?

Herr Professor dijo...

nahh cuentos con mensaje no.


jajaj

Barbi Corazón dijo...

grotesco (no tengo el signo de "distinto" pero es el igual tachado)malo.
Simplemente eso, intesperado y en vez de decir grotescto puedo decir... chocante... pero sí, estoy de acuerdo en que es necesario a veces :)

La chica del pañuelo azul dijo...

"me azota una gran grandisima duda:
COMO MIERDA HACES PARA TENER 4 BLOGS?
yo con uno laburo bastante...
y lo comparto...
en fin
saludos señora!"

Pues en realidad me estresaba solo con mi maxime,así que me hice susurros en plan dulce, y luego con otras dos amigas, hicimos grisam en plan fogoso y tequila, que no son más que pavadas y alguna frasecilla suelta, o al menos esa es nuestra intención porque aún es nuevito :)
Te invito a visitar los cuatro!

Saludos =)

Matías dijo...

¿Cuatro? Se zarpa

Herr Professor dijo...

si, no entiendo casi ninguno, pero ya tener que acordarse el nombre de los cuatro es elogiable.

Matías dijo...

Vodka hasta en las bragas
Sábanas de vodka y lujuria
Absolute tequila

Esos la grossean mal.

Y yo para poner espurasuerte me rompí la cabeza. Já!

Gala DK dijo...

No, no es otro comentario.
Soy yo! jajaja

pero porrrr dio' estaba viendo este capítulo y necesito compartir este video con alguien

http://www.youtube.com/watch?v=hRZA4rX8wc8&feature=related

muy bueeeeeeeee

Matías dijo...

Hola, vengo a ilusionar con otro comentario, lalalalalalllaaaa!

http://www.youtube.com/watch?v=9JhuOicPFZY

Herr Professor dijo...

noooooo
jajajaj
el de gala lo vi, es genial

eld e pura suerte no lo vi nunca, no lo puedo creer! es increibe!
jajaja
como mueve los brazos xD

Matías dijo...

Ahora que lo pienso, está RE MAL reírse con el video de Gala...

Herr Professor dijo...

si pensas eso no tnes q nis aber quiene s family guy porque todo lo que pasan ahi estaria mal reirse.
por eso me gusta.

Herr Professor dijo...

si ya se, F7, ya se...

Unknown dijo...

emmm jere...tenemos que hablar (=P)


mientras leia ya tenia pensado hacerte este comentario: ese padre necesita escuchar al juez de menores de ginebra diciendo que un padre no puede ser mejor amigo de su hijo porque entonces lo dejaria huerfano...pero con el final me cagaste =P
esta muy bueno el cuento, me hiciste acordar a un capitulo de tow and a half man.

Unknown dijo...

ahh en cuanto al final, si es un final inesperado y fuerte, pero no es algo inusual en jere y de ultima evita que se convierta en otro cuento con moraleja obvia que realmnte me tienen podrida. A mi me gusto mucho incluyendo el final brusco (no se me ocurrio otra palabra)

Anónimo dijo...

Intuyo que el desarrollo del relato partió de la solemne frase del final, no sé por qué. Muy bueno!

Flor Z.

Herr Professor dijo...

MUY BIEN FLOR!
asi fue.