Aquello por lo que los hombres
nunca rien.
Los encuentra
con el pecho inflado,
y a la vez arrodillados.
Las lágrimas de su corazón apagado.
Frente al orgullo,
digo más,
frente a lo más serio de la humanidad.
No puedo más que
lucir mi traje de mono.
Divino,
serio,
la cúspide:
carcajadas.
También hay algo de hechicero en el juego:
danzar con lo que no existe,
- aún.
Pero de pronto mi mono se aflige:
Mira hacia adelante y,
con los ojos vendados
camina en dos patas...
¿Habrá sido el sendero desviado?
¿Quién dice cuándo es demasiado tarde?
1 comentario:
"..nadie te dirà cuando es el momento exacto, y errarà el disparo..."
Bien escrito, amigo.
Feliz 2012.
Un abrazo.
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