lunes, 26 de diciembre de 2011

El oficio del mono

Aquello por lo que los hombres
nunca rien.
Los encuentra
con el pecho inflado,
y a la vez arrodillados.
Las lágrimas de su corazón apagado.

Frente al orgullo,
digo más,
frente a lo más serio de la humanidad.
No puedo más que
lucir mi traje de mono.

Divino,
serio,
la cúspide:
carcajadas.

También hay algo de hechicero en el juego:
danzar con lo que no existe,
- aún.

Pero de pronto mi mono se aflige:
Mira hacia adelante y,
con los ojos vendados
camina en dos patas...

¿Habrá sido el sendero desviado?
¿Quién dice cuándo es demasiado tarde?

1 comentario:

El Gaucho Santillán dijo...

"..nadie te dirà cuando es el momento exacto, y errarà el disparo..."


Bien escrito, amigo.

Feliz 2012.

Un abrazo.