viernes, 30 de diciembre de 2011
Invencible
Una es inquieta,
se evapora antes de que la encuentre
mi olfato.
La otra permanece allí.
Danza inmóvil sobre mi.
Me cuenta secretos
y nos aflige con historias de su hermana,
la preferida del sol.
martes, 27 de diciembre de 2011
Sentencia para un no-nato
nos hace viajar graciosamente - y también olvidar -,
en aquel cuento maravilloso,
que va del hombre bipedo,
al hombre alado...
¿Quién, amigos, sino la música?
- Única en el arte de parir.
lunes, 26 de diciembre de 2011
El oficio del mono
nunca rien.
Los encuentra
con el pecho inflado,
y a la vez arrodillados.
Las lágrimas de su corazón apagado.
Frente al orgullo,
digo más,
frente a lo más serio de la humanidad.
No puedo más que
lucir mi traje de mono.
Divino,
serio,
la cúspide:
carcajadas.
También hay algo de hechicero en el juego:
danzar con lo que no existe,
- aún.
Pero de pronto mi mono se aflige:
Mira hacia adelante y,
con los ojos vendados
camina en dos patas...
¿Habrá sido el sendero desviado?
¿Quién dice cuándo es demasiado tarde?
jueves, 22 de diciembre de 2011
El oficio
Farfullaba sin despegar los dientes.
Lejos de entender, sentí lo que decía.
Que existencia más repugnante:
confundía mundo con sistema.
Nosotros, los enfermos,
consideramos sacrílegas tales palabras.
La vida empieza con la muerte;
contra ellas sólo se pueden dos cosas:
amarlas.
sábado, 17 de diciembre de 2011
Nosotras
Las mulas siempre tienen sed.
Las mulas beben cuando lloran.
Las mulas comen de las huellas (de la tierra).
Las mulas no tienen nombres.
Las mulas no rezan..
Las mulas espían con los ojos cerrados.
Las mulas conocen el límite de las palabras.
Las mulas tienen miles de voces.
Las mulas solo creen en el aire.
Las mulas saben lo que otras mulas piensan.
Las mulas no saben qué piensan,
(no saben, para qué piensan).
Las mulas dudamos con violencia.
Las mulas nos disfrazamos de esterilidad.
Nuestros hijos son invisibles - aun.
Las mulas bailan cuando todos duermen.
Las mulas no duermen,
Las mulas sueñan...
¡Rían hombres!:
Las mulas somos futuro, fruto y flor.
Allende las montañas
Porque nadie quiere oir su silencio de muerte...
El silencio de vida sopla con el viento alto,
seco y solitario.
Donde la luz de sol baña de frescura;
y bebemos de ella,
y calma la sed.
La ciudad, distinta del silencio,
nada tiene para decir,
por eso nunca calla.
Pero cuando lo hace,
llena el espíritu de vacío:
y el más miserable
se vuelve el alma más rica.
(Nada es eterno;
excepto nada)
jueves, 24 de noviembre de 2011
martes, 15 de noviembre de 2011
Trivia democrática
¿Por qué y por quién las puertas estaban cerradas? A las puertas las cierra la policía para que no haya disturbios entre los canibalescos, sicarios y salvajes hinchas argentinos. Decisión correcta la de las autoridades, ¡todo sea por el orden y la seguridad!
Juanito, conoce bien las reglas, pero está impaciente. Es que debe estar en el trabajo en unos minutos, y no puede faltar. Naturalmente, nuestro amiguillo piensa: "Hablaré con los policías, ellos también son humanos y trabajadores y si me escuchan, comprenderán mi situación y así abrirán las puertas para que yo pueda cumplir mis obligaciones laborales. Después de todo, no soy ningún violento y mi intención es ir a trabajar sin matar a ningún hincha visitante en el tramo"
Juanito va hacia los policías, éstos se encuentran uno al lado del otro, completamente armados y escudados. Se acerca, azarosamente a uno de ellos. Se le dificulta ver los ojos del policía, dada su estatura menor y el casco que le cubre toda la faz. Por ello decide inclinarse un poco y, finalmente, le dice: "Señor, debo estar en mi trabajo en unos minutos, ¿sería tan amable de abrirme la puerta?"
Silencio como respuesta. Juanito teme que, con el barullo de las tribunas, el hombre de azul no lo haya escuchado, por lo que, elevando los decibeles de su voz, repite la pregunta. Nuevamente, silencio como respuesta. Mientras espera que alguna palabra salga de la boca de lo que debería ser su interlocutor, nuestro amiguillo piensa que fue en vano inclinarse para ver los ojos del policía, ya que éste, evitaba mirarlo. Al no encontrar respuestas, Juanito piensa que este se trata en realidad de un policía tímido, por lo que decide recurrir a otro. Éste, aparentaba ser más desenvuelto, pues le hablaba a los demás policías mientras estos asentían. Además este no tenía casco protector, sólo una gorra. Sin embargo, ello no facilitó el contacto visual, ya que sus ojos estaban protegidos por unas oscuras gafas, seguramente para evitar la claridad de la noche. Este segundo policía, alto y de rasgos fuertes, mascaba robóticamente un chicle. Una vez cerca de él Juanito repite la pregunta una vez más:
- Señor, ¿me puede abrir la puerta? Es que debo estar en el trabajo en unos minutos.
- No puedo abrirle la puerta a nadie hasta que no se vayan los hinchas visitantes.
- Conozco las reglas, es para evitar que la hinchada local, inmensamente superior en número a la visitante, se dirija hacia ésta para asesinarla. Y me parece loable, señor policía, el asesinato no es bueno. Pero yo necesito ir a trabajar, le prometo que no asesinaré a nadie, que, por lo demás, es una práctica que no me apetece.
- No puedo abrirle la puerta a nadie hasta que no se vayan los hinchas visitantes.
Juanito pierde la paciencia, el diálogo parece alargarse y el tiempo pasa, cada vez falta menos para que deba estar en su trabajo. Sin embargo, no pierde los estribos e, intentando razonar con el hombre dice:
- Señor, le prometí que no voy a matar a nadie. Acaso usted cree que yo sería capaz.
- No.
- Bien, entonces, ¿por qué no me abre la puerta?
- Solamente cumplo órdenes.
- Pues sabe, yo también cumplo órdenes en el trabajo y en este momento, una de ellas es que me presente al mismo.
La respuesta del policía siguió siendo la misma. Se negó a abrirle la puerta a Juanito, quien llegó tarde a su trabajo y fue advertido en el mismo. Ustedes, mis queridos lectores, podrán decir: "Si tenía que ir a trabajar, por qué fue a la cancha?". Pues bien, déjenme decirles que ésta es una pregunta que también formuló el policía de de las gafas oscuras. Pero que no se juzgue a nuestro amiguillo prontamente: éste creía en vigencia una ley que permite el libre tránsito de las personas, y quiso ejercerla.
Como ya sabemos, esto fue impedido. Juanito pensó: "Algunas leyes a veces no funcionan".
Trivia:
¿Por qué Juanito no pudo cruzar la puerta, si tanto él como el policía cumplian órdenes?
a) Porque era un policía malo.
b) Porque el policía no sabía abrir la puerta.
c) Porque uno de los que cumplían órdenes estaba armado.
Los dejo pensando amiguitos, en el próximo número la respuesta!
lunes, 25 de julio de 2011
Notinforma! El espacio informativo de Noti'n Teresa
Gonzalo Belloso y Norberto Speciale, mánager y presidente de Rosario Central, nos cuentan cómo lograron y como viven el ascenso de Rosario Central sin tener que disputar ni un sólo partido.
Es un éxito rotundo
Con esas palabras calificó el manager de Rosario Central, Gonzalo Belloso, el retorno del club a las ligas mayores.
En lo referente a la nueva modalidades de torneos que se implementarán a partir de agosto de 2012 en el fútbol argentino, el "Pejerrey" dijo: "Esto es algo que nunca se dió, no tuvimos que jugar ni un solo partido que ya ascendimos, definitivamente, esto es un éxito rotundo".
¿Y con qué otras palabras se podría calificar semejante hazaña? Es que por primera vez en la historia un club asciende a primera sin disputar ni un sólo partido. Todo se hizo posible por la, cuanto menos, bochornosa decisión del Presidente de la AFA, Julio Grondona (También conocido como "El Padrino", "Capone" o "Si votás en contra le corto las piernas a tu familia").
"Igualmente va a ser un torneo duro", dijo Belloso. Es que en una competencia donde no habrá ganadores, el único objetivo que tendrá que cumplir Central es no ser uno de los cuatro peores del Nacional B. Pero el exitoso manager no le teme a las dificultades: "Sin duda vamos a dar la pelea, hicimos una buena pretemporada y nos armamos bien como para terminar en un décimo cuarto puesto, tranquilos", campaña más que suficiente para que el Canalla mantenga la categoría y pueda disputar el año que viene La Liga Premiere, la elite del fútbol argentino.
El "Pejerrey" no quiso olvidarse de las dificultades políticas por las que atraviesa la institución, en ese sentido le dedicó el éxito a sus adversarios: "Que la sigan mamando. A los pelagatos que fueron a la sede, a los que la agitaron con Metronec, a todos esos, no le hicimos caso, y, por la nuestra, devolvimos a Central a primera A".
Acá está la Autopista a la A
Antes de que finalice la entrevista, apareció en escena el otro integrante de la ponderosa dupla dirigencial, Norberto Speciale. "De esto hablaba cunado mencioné lo de la Autopista a la A", sentenció el presidente. "Pasamos por un año difícil en el que no pudimos ascender por problemas de los técnicos y los jugadores, los fallos arbitrales y los treinta tiros en los palos" dijo con lágrimas en los ojos el mandamás auriazul. "Pero eso ya quedó en el pasado, Rosario Central volverá a primera y sin jugar un sólo partido, ¿que mayor Autopista a la A que esa?, ¡ni tenemos que encender el auto!", lanzó entre carcajadas y abrazos con su mano derecha, quien no dejaba de limpiarse la nariz al volver del baño.
martes, 31 de mayo de 2011
Ruido
Este video es una canción de Sabina, del cual, que bien no me considero seguidor del mismo, tiene una canción homónima a mi título, y esucharla, puede ser muy ilustrativa a la hora de leer este poste. Atte, La Administración.-
Empezar a hablar en un escrito - en un medio que retomo luego de… a ver… cinco meses – de la cuestión de la suerte, me parece una berretada. Pero no sabría por dónde arrancar el asunto. Además, si no escribí por cinco meses, por algo es. O sea, no soy un mar de ideas y cosas nuevas que se desborda por publicar. Más bien esta lagunita se está secando, alguna empresa de mi cerebro cercó el único lago que alimentaba a mis neuronas. O tal vez haya una fuente de agua en mi alma creativa, pero esta está más salada que el Mar Muerto, y mató a todos los pececitos de la inspiración. Se podría decir que la única esperanza de que este antes imponderable escritor, batallador de pensamientos, ideas y creatividad, capaz de hacer reflexionar hasta a la mismísima Beatriz Sarlo y todo el panel de 6, 7, 8; en fin, la única esperanza de este Mar Muerto es que Jesús, disfrazado de profeta de la inspiración, camine sobre sus aguas, las dulcifique y vuelva a llevar palabras a la maravillosa boca y los eléctricos y hechizantes dedos de este escritor. O al menos las edulcore un poco, para pilotear un par de meses, escribiendo alguna que otra gansada.
Y quien les dice que esto no lo sea. Agua dulce o edulcorada… el tiempo lo dirá. La gente de mi tiempo (el futuro muy no muy lejano) lo juzgará… Bien, volviendo a lo que nos compete, podría decir de mí que no soy un artífice de la buena suerte, pero tampoco me considero más salado que el Mar Muerto. Lo dice alguien quien años ha pensaba de la siguiente manera: “Estoy seguro de que Dios existe, y es para hacerme la vida imposible”. Hoy, con el tiempo, he aprendido a pensar algo distinto. Si bien, no puedo hablar de un cambio de mi suerte, ya que sigue entre mediocre y mala como siempre, he compartido mi vida con otra gente y he llegado a la conclusión de que todos tenemos un poco de mala suerte. Algunos más, otros menos, algunos sistemáticamente, otros en cuentagotas.
¿Que por qué empecé este texto hablando de suerte?, bien yo creo que es inevitable. Primero, porque soy hincha de Rosario Central. Más que eso no tengo que decir, a la hora de hablar de suerte. Segundo, la otra forma de hablar de empezar a contar lo que quiero era mencionar la paranoia. Y tal vez lo haga:
Como un pelado de anteojitos casi tan sabio como yo dijo: “Cuando uno está paranoico, no quiere decir que no te estén siguiendo” (y que “googleando”, me vendo a enterar que otro pelado muchísimo menor que el primero, lo plagió a este). Entonces, siguiendo aquella frase, déjenme maquinar tranquilo, porque la última palabra nunca está dicha.
La cosa es así: A este prócer le gusta mucho dormir. No me vengan con la mentira estructural de las ocho horas diarias. Esa maldita mentira impuesta por este sistema vampiro que pretende succionar hasta la última gota de energía de los cuerpos dóciles, y sus médicos que lo único que pretenden es que sigamos más enfermos, así ellos se sienten más sanos. Otro tanto con los psicólogos… ¡Al diablo médicos! ¡Al demonio los sacerdotes del cuerpo! Ustedes, los social-demócratas del alma. ¡Yo no quiero estar tan enfermo! ¿Yo?... Yo quiero dormir. ¿Ocho? La poronga. Diez, doce, ¡catorce horas no me alcanzan!
Más tarde escribiré, sobre este maldito ritmo frenético de vida, al que todos parecen acostumbrase, del que nadie parece quejarse, en el que nadie parece plantarse y decir: “Basta, a mi no me van a enfermar”. Y no hablemos sólo de:
TENÉS que dormir cinco horas de TENÉS que estar media hora acá de TENÉS que salir rápido porque TENÉS que estar acá de para la semana que viene TENEMOS que entregar esto de HAY que dibujar tres columnas de chicos TIENEN que estudiar cinco horas diarias TIENEN que leer tres diarios TIENEN que mirar los noticieros TIENEN que leer la bibliografía complementaria además de la facultad TIENEN que trabajar TIENEN que militar en el MNR TENÉS que correr una hora por día TENÉS que distraerte TENÉS que dedicarle tiempo a tus amigos TENÉS que dedicarle tiempo a tu familia TENÉS que entrar a internet para ver cuando llega el colectivo y no perdés tiempo, no perdés tiempo, ¡¡¡NO PERDÉS TIEMPO!!!
Basta… ¡Basta! ¿Alguien nota el origen de los TENÉS QUE de los HAY QUE? Al menos, ¿alguien se lo preguntó? Yo estoy seguro de que sí. Estoy seguro que no soy el único humano, demasiado humano, que se preguntó quién o qué es lo que nos apunta con un dedo gigante, nos oprime con toda una atmósfera de plomo sobre las espaldas y nos dice TENÉS QUE.
En fin, dije que posteriormente iba a hablar del asunto este, así que me voy a dedicar de lleno a lo que va este escrito, que habló de la suerte, que hablaba de la paranoia y que habla de los tenésqués. Entre todo ese ritmo frenético de vida dócil, de vida útil, de vida cristiana, de vida de rebaño pastando que llevamos, este a la vez magnánimo, ilustrado y humilde escritor, pone especial atención a la cuestión del ruido.
RUIDO. No tengo que contarles a ustedes, colegas citadinos, del ruido en nuestras vidas. El mismo está muy asociado a las otras formas de contaminación, la que ingresa por la boca en forma de comida, por las narices en forma de humo, por los ojos en forma de publicidad y propaganda (no es lo mismo), por los dedos en forma de asfalto y cal y por el cerebro en forma de doctrinas… Todas son cada uno de los millones de capilares que forman esta contaminación sistémica de la que somos víctimas y victimarios.
Resumiendo, suerte, paranoia, sueño, ruido. Todas se relacionan en mi simple experiencia de vida y sueño. ¿Mala suerte, Paranoia? Lean y juzguen.
Duermo, y casi que vivo, en una habitación grande con baño sobre una terraza. Esta habitación está prácticamente separada de toda la casa. El techo es de chapa, en verano el calor es indescriptiblemente infernal. En invierno el frio es morboso, pero una pequeña estufilla - que larga mucho olor a gas, por lo cual, irónicamente, debido la dirección de este escrito, un día me va a dejar durmiendo por siempre – me da un poco de alivio.
Bueno, dirán “son algunas contras, pero tenés a favor la gran tranquilidad de dormir solo, ahí arriba, sin que nadie te joda, tranquilo”… ¿Tranquilo? Bien, delante de mi casa hay un señor que es el hermano de mi padre y que es carpintero. Este hombre tiene varias máquinas, pero dos se caracterizan por ser muy ruidosas. Ubicada la sierra a 15 metros de mi habitación y con dos paredes de por medio, se enciende a media mañana y, partir de allí, hasta las 7 de la tarde, se apaga y enciende a intervalos de 20 minutos, con un ruido muy molesto (no insoportable), y provocando bajones de tensión que ya me quemaron, no les miento mis queridos amigos, tres computadoras. No vamos a hablar ahora del problema eléctrico ni de la relación que nos (des)une con este señor.
· ¡Herr Professor, exagera! – Dicen ustedes (mientras se paran al pronunciar mi nombre).
· Tranquilos, fieles prosélitos, aun no he terminado.
Además, hace unos meses o años, el vecino del este de mi casa, se está construyendo su humilde morada. En realidad, creo que termino de construirla hace unos meses. Después de tortuosas mañanas en las que martillaban, cortaban, calaban, excavaban, gritaban, y todos los ruidos que trae aparejado una construcción, un día, la misma finalmente cesó. Como símbolo del fin de la construcción, este vecino (el cual, para ser sinceros, me cae bien, si quitamos sus ruidos) construyó una parrilla en su terraza – patio. ¿Dónde construyó su parrilla?, dándole la espalda a mi habitación. Para hacerles un panorama les explico que a 1 metro de mis ventanas, hay un hermoso muro de ladrillos. ¿Vistos? No, los hicieron vistos seguramente para el lado de la casa del señor, para el lado de mi ventana quedó horrible. Por ello, el año pasado, me dediqué a plantar una enredadera, la cual si todo marcha sobre ruedas (lo dudo), en unos años dejará un lindo muro verde.
· ¡Bueno!, no es para tanto, todos nos merecemos un asadito de vez en cuando.
Es cierto. No lo dudo. Cuando tienen razón, tienen razón. Etcétera. Todos nos merecemos un asadito…. DE VEZ EN CUANDO. Pero mí querido vecino hace asados 5 días a la semana. Asado típico, costeletas asadas, hamburguesas asadas, salchichas asadas, lechón asado, carré de cerdo asado, choripanes asados, pizzas a la parrilla, pollo al disco… asado sobre la parrilla, etc. No les miento si les digo que más de una vez he sentido asar algún postre. Está de más mencionar que todo el humo viene a parar a mi habitación (así como cuando alguien está fumando, el humo de su cigarrillo va a parar, obviamente, sobre un no fumador, o sea, de toda la maldita atmosfera de posibilidad, el humo viene sobre mí). Muchas veces lo insulto al pobre hombre por lo bajo (reglas de buena vecindad). Y luego reflexiono: “Capaz que el pobre señor no tiene horno”…
Pero bueno, eso en cuanto al humo. Por suerte los ruidos de la construcción pararon. Si, los de la construcción pararon. Pero este señor creo que es herrero. Si no es herrero esta todo el día cortando metales, o cuerpos, o pirámides egipcias, o algo que hace muchísimo ruido. Muchísimo. El hombre tiene un galpón enorme, pero creo que tiene el tomacorriente al lado de mi habitación, porque siempre está cortando metales (puliéndolos, martillándolos, acomodándolos ruidosamente) a dos metros de mi posición.
Esos fueron los días en que me conseguí unas orejeras antirruido, de esas que usan los carpinteros. Entonces estudio con esas orejeas, y cuando este hombre comienza con sus hermosos ruidos a las 8 de la mañana me las pongo y, casi (CASI), no siento nada… Pero estas orejeras, enormes, no son el culto a la comodidad. Además, me impiden dormir de costado (mi posición favorita) y si las tengo más de una hora, acrecientan mi ya crónica contractura de cuello (de la que otro día hablaré).
¿Que a quien le saqué esas orejeras? A mi papá. Ah… ¿no se los dije?: Mi padre, además de hacer ricas pizzas, es en realidad, también carpintero. El había abandonado la carpintería por diferentes razones que no vienen al caso y empezó con la pizzería… HABÍA abandonado la carpintería. Hace también unos meses, y por necesidad material, comenzó a trabajar un poco de carpintero, EN MI CASA. Se compró unas máquinas pequeñas pero que hacen tanto ruido como las grandes. Así, ya en mi propio patio, mi propio padre, enciende de vez en cuando su sierra y trrrrrrrrrrrrrrrrriiiiin.
Finalmente, y, acallando a aquella voz que intenta decirme algo. Si, a vos te digo. Voy a relatar lo último. En la esquina de mi casita, está el monopolio de la herramienta que es Arroyito Maquinarias. Esta, en su origen, pequeña empresa, ahora tomó dimensiones que asustan y ya va por su tercer edificio en cuatro esquinas. Si bien la construcción se encuentra a unos 50 metros de mi casa, ello no impide que escuche a los albañiles gritar desde las alturas innumerable cantidad de cosas, las cuales escucho en detalle, y voy a resumir:
- Cristian. ¡Cristian!... ¡¡¡CRISTIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN!!!
- Bajala. Bajala despacio Cristian. DESPACIO CRISTIAN! CRISTIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN!!!
- Mamá, ¡con ese culo te invito a cagar a mi casa!
- ¡Debe ser navidad porque llegaron los pandulces!
- Miguel. ¡Miguel! No, por acá no Miguel! Cristan! CRISTIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN!!!
- Ajajajajajajajaja, Como tu hermana! AJAJAJAJAJAJAJAJAJA
- …se fugó Duraznito de la villa! Se llevó toda la plata del blindado…
- ¡Preguntale a la hermana de Cristian! JAJAJAJAJAJAJAJAJA
- Haceme un pete, haceme un pete que esta noche quiero gozar. Me comentaron que esa chica hace unos petes espectacular!
No les miento. Es la pura verdad.
Y bueno, corto acá, sin conclusión, sin nada, porque la verdad es que me estresé de sólo recordar. Además hay innumerables pequeñas cosas que no estoy contando. Ayer a las 7 de mañana (SIETE DE LA MAÑANA), sentí un martilleo leve pero constante y agudo que no venia ni de mi tío el carpintero, ni de mi vecino el asador, ni de mi padre carpintero, ni de Cristian el aprendiz de albañil, ni de nadie… Ya, Tal vez mi cerebro reproduce los ruidos por sí solos. En este momento, por ejemplo, escucho al perro que cuando empieza, no para (NO PARA) de ladrar por dos horas. Este mismo perro es un pobrecillo animal que esta todo el día en un patio, el muy pobre, y pide a cualquier hora que lo entren. Una vez, luego de recontraputear al dueño la madrugada anterior, fui una mañana a treparme a un tapial para ver de donde venía el ladrido... Pueden creer que el hijo de puta dejó de ladrar y no lo pude encontrar?! Por otro lado, no olvidemos los ruidos de la calle… debido a la mierda oligárquica que están haciendo a unas cuadras (Ciudad Ribera), cortaron todas las calles, excepto la de mi casa y, a toda hora hay embotellamiento, con los respectivos pelotudos que no paran de tocar bocina, yo no sé si se creen que la bocina es un dispositivo que los hace volar, y salir de allí, pero parecen no entender que lo único que hacen tocando bocina es RUIDO…
RUIDO RUIDO RUIDO Y MÁS RUIDO!!!
viernes, 14 de enero de 2011
Nexo 2
Despertó de un sueño liviano que lo venia soñando desde hacía días. No tenía un solo dato en su cabeza que lo orientase sobre que duro lecho su espalda descansaba. Irónicamente se sentía muy cansado, y con ese sutil dolor que lo amenaza a uno en cuanto quiere incorporarse, como si sus huesos fueran tan rígidos que no soportarían el menor golpecito y ¡crack!, estallaban en miles de partes. Estaba poseído por una extraña agitación, lo torturaba esa respiración que no es, ese aire que no entra del todo, que, cuanto más se inhala, menos se posee, más se cierra el pecho. El corazón le latía a un ritmo inquietante: ¡tun, tun, tun!, muy rápido. Y luego ¡tun… tun…!, muy lento, el bombeo de sangre se hacía esperar. Todo ese juego histérico de respiración que no era y latidos que no mantenían el ritmo lo sacaron del sueño que parecía haber llegado para quedarse. Todavía no podía hilvanar una imagen en su cabeza, pero las primeras interrogaciones aparecieron. Al darse cuenta de ello reflexiona: “Estoy vivo”.
Evidentemente estaba vivo, pero ello sólo podía ser un motivo de preocupación. Si estaba vivo… ¿En dónde estaba? La curiosidad que ya, levemente, iba picando su obnubilada cabeza, como una herida que comienza a cicatrizar, lo llevó a girar la vista hacia un costado. Todo estaba oscuro, casi negro, infinito. Su corazón no paraba de bailar danzas a las que sólo un psicópata podría hallarle ritmo. El contexto ya le parecía macabro. Pero, graciosamente, esto lo anima… al menos ya podía ponerle adjetivos a la situación. Ahora sólo bastaba seguir explorando su universo con la vista, como hacen las ratas ante el peligro.
Decide mirar su cuerpo, para ver si su cráneo seguía allí ubicado. Tiende a levantar las manos, que apenas siente, ante sus ojos, para sólo distinguir leves sombras. De pronto siente que su cabeza trabaja cual máquina de vapor, tomando temperatura y todo: Entonces hay luz. Y esa luz sólo puede proceder desde detrás de su cabeza. Lentamente se reincorpora y todavía sobre lo que parecía ser un colchón de dura goma, dirige la vista hacia el lugar del que debiera proceder la luz, y, efectivamente, nota como los agonizantes rayos de una luz blanca se introducen por un costado. Por la debilidad de los mismos, calculó que la emisión se encontraba bastante lejos de su posición, y que una pared lateral los separaba, pero no del todo.
La pereza transforma lo inexplicable en temor, y viceversa. Y el temor nos lleva a pensar en detalle todo lo que podemos antes de hacer cualquier movimiento. Eso es lo que nuestro sujeto hizo en su duro lecho: mentalmente trazó los planos del lugar que lo rodeaba, moviendo apenas las manos. Así, pudo deducir que estaba en un cuarto, una habitación. Las paredes eran de duro cemento sin refinar. Su colchón, obviamente parte de una cama, pegada a la pared que impedía el total paso de la luz. Sospechaba que muy cerca se encontraban las otras paredes, que muy pequeño debía de ser su reducto. Pero hasta allí podía llegar el trazado de su plano arquitectónico. Si quería saber más, debía pararse y husmear. Buscar un interruptor, y a falta de él, husmear con las manos, pies, olfato, y lo poco que tenía de vista. Sus oídos estaban, al menos de momento, descartados, desde que había despertado, no había oído un solo ruido. Ni voces, ni música, ni pasos, ni una gotera, ni automóviles a lo lejos, ni ratones… nada.
Así, impulsado por la curiosidad, madre de todo pecado y heroísmo, pone sus pies en el suelo. Primero el uno, después el otro. Una vez afirmado, seguro de poder hacer pie, de no hundirse en un mar de arenas movedizas, decide pararse. Con extrema sensatez, se queda duro como una estatua en su posición, aunque el mareo que le provoca la repentina incorporación, hace que extrañe la cama que lo acobijaba. Resiste y se queda seco durante minutos, tal vez horas… Al ver que nada cambia, decide dar el primer paso. Siente que el cuerpo le pesa demasiado para sus débiles piernas. Le falta energía incluso para poder mantenerse de pie con comodidad, ya no hace caso de su agitación. Pero ya no hay forma de detenerse: da su primer paso.
Rápidamente, para no perder el equilibrio da otro paso, y otro más. Continúa caminando hasta que oye, muy cerca suyo:
- Ni un paso más.
Continuará...