Impossible? yes, but it's true...

Abrimos nueva sección, para cortar de a ratos y meterle un poco, como agarrada de los pelos, algo de seriedad, que, sin embargo, no va a poder dejar de sonar como artificial. Igualmente el breve relato, totalmente verídico, corto, conciso, dice asi:

Hace varios meses, tal vez un año, un amigo me contó su triste anécdota. Era una noche (podría darle color diciendo el clima, pero sencillamente no lo recuerdo). Eran unos pocos pibes, cuatro o cinco, que decidiero no salir a ningún lado, no rozarse con nadie, estar en la intimidad que sólo el Parque España, el río, la noche, y el viento en los árboles pueden brindar. A esa intimidad algunos de ellos decidieron sumarle un cigarrilllo de marihuana. Un porro.
Hasta aquí parece una situacióin normal, nada digno de relatarse. Es entonces cuando estos muchachos divisan, acercándose, unas luces titilantes azules, hasta que se detienen a unos metros de ellos. Nadie profería una palabra, estaban espectantes, nerviosos, ansiosos. su peor temor se confirma: dos servidores públicos, veladores por la seguridad, se acercan, seguramente a detener esta orgía delictiva.

- ¿Qué hacen aca? - Dice uno de ellos.
- Nada, charlando un rato - Contesta uno de los criminales.
- Documentos - Dice el segundo policía, con típico tono.
- Ustedes saben que no pueden fumar eso - Dice el primer policía.
- Los vamos a tener que llevar - Dice el otro luego de revisar los documentos e informarse que todos los infractores de la ley eran mayores.


Hasta aquí sigue pareciendo una situación normal, como tantas miles seguramente deben haber pasado: Unos tipos fumando unas hierbas, unos uniformados cumpliendo loablemente su trabajo.
Es complicado explicar justamente como terminaron mis compañeros como terminaron.Yo, sin haber estado en el lugar, difícilmente puedo transcribir la situación, con todos los hermosos detalles, las miradas, los gestos y los diálogos, que hicieron que estos chicos (inocentes para unos, delincuentes para otros, poco importa para el caso) terminaran perdiendo sus teléfonos celulares, algo de dinero y otras pertenencias.

Estarán ustedes preguntándose: ¿Me perdí una parte de la historia? ¿No habia, acaso policias e infractores solamente? ¿Cómo perdieron sus pertenencias estos chicos?
Dejando la ironía de lado, sí, perdieron sus pertenencias a manos de los dos servidores públicos. No contentos con el poco dinero que pudieron sacarles a modo de coima, decidieron tomar sus teléfonos celulares como parte de pago.
Los delincuentes que no estaban uniformados quedaron atónitos. Repito, mi relato no puede repetir esa imagen, las palabras faltan, las palabras sobran.

El lector brillante, correctamente escepticista se preguntará ¿Por qué tengo que creerles? ¿Dónde estan las pruebas? Yo contesto que solo me van a creer quienes necesito que me crean, los otros no sirven, nos son extraños. Es este un texto donde, si bien verídico, la verdad no se encuentra en estas palabras, si no en sus lectores. Simplificando, quizás, como en miles de otros casos, uno tenga que elegir a que delincuentes creerles, en este caso yo elegí, yo sentí creerles a los delincuentes que lo eran sin recibir un salario a cambio.

Siempre dije que me daba más miedo estar en una comisaría que en una villa, que me daba más miedo que pase un patrullero a que pasen cinco chorros. Pero ¿por qué?, si velan por nuestra seguridad, están a nuestro servicio para hacer cumplir una ley justa... Esta historia es la respuesta a todas esas preguntas.

¿Y saben que es lo peor?
Que hasta aquí sigue pareciendo una situación normal...